LiPsTiCk D SaNgGrE capitulo 6

domingo, 11 de octubre de 2009

EL DESEO








           Armando abría los ojos lentamente, aún con el cuerpo adormecido intentando mover sus dedos. Empezaba a recobrar su color de piel morena. Tumbado en una cama amplia de sabanas limpias, en una recamara grande y acogedora. A un costado una ventana de cortinas verde claro semitransparentes por las que podía percibirse claramente una mañana soleada y un jardín silencioso rodeado de pajarillos.


           Sonia le miraba atenta, seguía vivo y ella más convencida de quedárselo como una posesión suya. Aunque sabía que estaba cometiendo otro error.


         –Paulina –decía Armando entre sueños. –Sonia, me llamo Sonia –y le tocaba los labios un poco secos. Por fin Armando abrió los ojos completamente y al ver el rostro de Sonia las imágenes vinieron a su mente, sin orden, y poco a poco comenzó a darles forma y sentido.


         -¿Qué quieres de mi? – dijo mirándole fijamente, seguía siendo atractiva.


          –ssssh, no digas nada, tienes que comer, enseguida te explico todo-


         Armando intento sentarse, confuso aún no sabía si golpearla o quedarse quieto, a pesar de aquellas imágenes que recordaba confiaba en ella y sentía que en esos días de fiebre y delirios ella le cuido como a un niño. Y comió la avena con pan tostado y mermelada, eso le haría recobrar fuerzas. Mientras, ella le miraba y ordenaba las palabras que la salvarían o la hundirían más.


         Armando dejó de pensar un momento y comió desesperado lo de 3 días. Cuando terminó hizo a un lado los trastos y miró de frente a Sonia, ella con la mirada clavada en su pecho jugueteaba con el anillo. Se recogió el cabello que le tapaba un ojo y tomó aire.


         –lamentó en verdad lo que te hice, estaba muy alterada y asustada, te dije que te quedaras en el taxi, no me hiciste caso, yo lo amaba y confiaba en él, llevaba tiempo pensando en hacerlo, si, desde que lo descubrí, ella era joven y bonita, pero no más mujer que yo, tenía que hacerlo; los celos me mataban y su traición. . . su traición…


         Pasó saliva y su mirada se lleno de odio como aquella noche.


        – esa ya me las pagara también- hiso una pausa para tragarse el odio.


        –Después apareciste tu, no quería hacerlo, pero estabas asombrado, me mirabas y por eso quise matarte, te lleve al taxi y te golpee con fuerza, te abrí la cabeza, perdiste el conocimiento, te metí en la cajuela de tu carro pensé que estabas muerto, me asuste más. Cuando llegue a casa de mi madre vi que aún respirabas, por un momento me alegre, pero pensé en matarte varias veces; te amarre y te avente sobre el piso en el cuarto abandonado y me vine acá-


          Sonia y Armando se miraron por un instante entre el silencio. Sonia bajó la mirada y mordió su labio, volvió hacia Armando y murmuro entre dientes insegura de hacerlo.


        – Armando tienes que ayudarme, yo he cuidado de ti, sé que por mí estas aquí, pero de haber querido estarías muerto, tu herida se infecto y tuviste fiebre y pesadillas- tomó fuerza en su voz y endureció la mirada. –me debes la vida Armando, y te pido me ayudes-


         Armando sudo frio al ver la mirada de Sonia, se sentía confundido por la historia, ya sabía de lo que era capaz y él también, tenía que ser más inteligente que ella y demostrarle que podía confiar en él. Tenía que regresar a casa o comunicarse con Paulina ella sabría qué hacer.


        - ¿Y cómo puedo ayudarte? – Sonia se levantó de la cama, cogió un cigarrillo y camino por la habitación.


       - Cuando regrese acá me di cuenta que el cuerpo no estaba, y había huellas de sangre por toda la casa, él estuvo caminando Armando y no sé cómo, pero se fue de aquí. Temo que esté vivo y quiera vengarse-






       Armando estaba sorprendido por la noticia, después de lo que vio aquella noche no podía creer que estuviera vivo. Estaba viendo frente a él a una nueva persona, Sonia perdía su pose de fortaleza y frialdad que aparentaba. Se veía más joven y ahora sólo le inspiraba las ganas de protegerla y ayudarla.


       La cabeza le dolía y seguía débil. Se bajo de la cama y aún en ropa interior camino hacia Aquella mujer, ella estaba de espaldas viendo la nada por la ventana, Armando tras ella, la seguía viendo como mujer, lentamente se acercó a ella por detrás y puso sus manos sobre sus hombros y con sus manos intento calmar el sobresalto. Sonia volteó sorprendida hacia él, pasó saliva y le miró. –no te preocupes, te voy a ayudar- y la tomo entre sus brazos desnudos.




          Ahora Sonia confiaba en él, pero seguía siendo cautelosa, así que no podía descuidarse pensaba mientras acariciaba su espalda ancha. Y Armando pensaba en Paulina, la extrañaba y al mismo tiempo pensaba en la que tenía en sus brazos, sabía que alguien así no podía estar bien de la cabeza, por lo que tenía que andar con cuidado. Y disfrutaba de su aroma.


        Un sonido los separó repentinamente, era teléfono en la casona que se escuchaba en todas las habitaciones. –Quien podría ser- se preguntaba Sonia intrigada. Tomó el teléfono del buró. – ¡Hola!- nadie contestó – ¡hola!- insistió quedándose al teléfono. Por fin una voz ronca y rasposa contestó. –Vas a morir- y colgó. Sonia abrió tremendos ojos asustada y dejó la bocina en la cama.


        Repasaba la voz en su mente intentando identificarla, pero seguro era fingida así que sería imposible. – ¿Qué te dijeron?- dijo Armando buscando discretamente sus pertenencias. Estaba distraído pensando en cómo salir de ahí y al mismo tiempo tratando de convencer a Sonia de su repentina preocupación por ella. –nada, no dijeron nada – le ocultó para no asustarlo. – Porque no te das un baño, te buscare ropa-


       Armando entró a la ducha dejando la puerta abierta, no era pudoroso. El cuarto de baño era grande y lujoso. Desde lejos Sonia le espiaba sentada en la cama, desde donde se veía a la perfección el cuerpo mojado. Él sabía que era observado, lo que alimentaba su vanidad, provocándole una delicada manera de tallarse el cuerpo, pero sobre todo una atención sobre sus genitales que frotaba por debajo de la trusa mojada.


         Sonia al otro lado en la habitación no hacía más que imaginarse cosas, tenía que controlarse o perdería la cabeza de nuevo. Se levantó decidida y cerró la puerta de golpe. Haciéndole retirarse de ahí hacia la cocina. Cogió de la nevera una manzana roja y jugosa la cual devoró ansiosa y molesta.


          Armando salió de la ducha y se midió la ropa que Sonia había dejado en la cama, casi perfecta para él. Pero estaba obsesionado buscando sus cosas, ahí tenía sus credenciales, algunas tarjetas de crédito, pero sobre todo le importaba su móvil. Quería mandar un texto a Paulina despistadamente. Al parecer Sonia no quería que lo hiciera al no encontrar por ningún lado sus pertenencias. Así que pensó en marcar a Paulina desde el teléfono particular, tal vez así el número quedaría registrado y sabría como encontrarlo. Tomó la bocina y marcó nervioso el número. Sin contar que tras él se encontraba Sonia mirándole.


        -¿Qué intentas hacer? - grito Sonia arrebatándole la bocina de las manos.


        -Espera que te crees? Necesito hablar con alguien han de estar preocupados por mí, no entiendes eso.- Armando estaba perdiendo la paciencia y Sonia también, sus miradas se cruzaron un instante y Armando temía que no confiara más en él, cambio la mirada y le dijo.






         - Sonia no te preocupes, yo te voy a ayudar, pero necesito que confíes en mí, necesito me dejes ir a mi casa, así no podré ayudarte.-






           -crees que soy estúpida, lo que quieres es irte con ella, y enviarme a la cárcel, pero no te lo voy a permitir- y sacó de un cajón una pistola que guardaba apuntándole directamente al pecho. Armando se dio cuenta que si estaba loca, pero que no era más astuta que él. Levantó las manos y se acercó a ella lentamente.





            En ese momento se dio cuenta que no le tenía miedo y confirmó que eso que sentía bajo el ombligo era una gran atracción. Sonia leyó su mirada, Armando tomó la pistola y con ella empezó a tocarla, con las manos no se atrevía aún. La aventó sobre la cama y pasó por su vientre la pistola negra y fría. Sonia temblaba y vibraba, Armando no dejaba de mirarle, la despojo de toda prenda y beso desesperado los pechos que sobresalían y que eran tan reales como su excitación.  Estaba realmente encantado con la suavidad de su piel, sus piernas largas y pantorrillas bien formadas. por fin pudo perderse entre sus manos que sabian tocarle; y sentir sus labios delicados y expertos.  Decidió entregarse a esa pasión que sintió desde que la vio subir al taxi. Ambos se dejaron llevar por los impulsos y la tomó por completo.



LIPSTIK D SANGRE PARTE 5

lunes, 5 de octubre de 2009


EL ENCUENTRO


                 La fiebre no bajaba, sudaba y deliraba, pero Sonia no se apartó esa noche de él. Le había curado la herida y le desató para que descansara, al fin con delirios no iría muy lejos, estaba débil y muy agotado, quizás ni sabría quien era y donde estaba, la noche que enfermó apenas tenía aliento para pedir agua.
                
       
       Le quitó la camisa tipo polo azul cielo ajustada a su cuerpo y le frotaba con un trapo húmedo intentando bajarle la fiebre contagiándose ella misma, su pecho trabajado y sus brazos fuertes no le eran indiferentes, y le seguía frotando, pero ya sin trapo, su piel morena se erizaba y Sonia despertó como naturalmente lo hacía cuando se encontraba con un hombre así.  Armando en sus delirios nombraba a Paulina.
                
      
        Sonia había estado marcando intrigada al número registrado, se preguntaba quién sería esa tal Paulina, quién fuera, ya alguien buscaba al taxista y eso asustaba a Sonia, aún no sabía nada del que era su amante, juraba que con las puñaladas no cabía posibilidad que estuviera vivo, pero como explicaba las huellas en la casona, quién podía estarle jugando una sucia broma. Su cautivo pronto recobraría el conocimiento y las fuerzas, y sería capaz de defenderse y eso complicaría todo. Era momento de deshacerse de él.
                Con que sentido le curó y le cuido. Estaba siendo débil y eso no le convenía. Tomó de su botiquín un sedante y se lo aplicó al taxista, era momento de moverse de ese lugar ya no era seguro. Llamó a uno de sus amigos de esos pocos que Tenía, Marcos, un chico que siempre andaba drogado y que tenía una Explorer, tenía que desaparecer el taxi.
              
               Era de tarde y los vecinos no andaban de mirones. Marcos no tardó en llegar en su avión y su Explorer; Sonia le esperaba y le indicó que le ayudara a mover el cuerpo caliente a su camioneta, - deshazte del taxi Marcos yo me llevó a este.- Marcos no hacía preguntas creía que Sonia seguía drogando hombres para robarlos y que a él le daría su dosis como cuando este le ayudaba en sus hazañas. Aunque nunca habían robado a un taxista. Siempre eran hombres turistas esos que vale la pena engañar. Sonia subió a la camioneta y le indicó a su amigo que no dejara rastros y que no la buscara, que ella se comunicaba con él después. Arrancó hacia la casona de nuevo, Allá se sentía más segura.






-buenos días- entró Paulina sin llamar a la puerta. Rodrigo su antiguo jefe se quedo pálido al verla y pensó que era más guapa que siempre.

-¡¡Paulina!! ¿Qué haces aquí?-

- no te da gusto verme? – dijo la chica alzando una ceja.

- me sorprende es eso, la última vez te fuiste sin despedirte- y se cruzó de brazos mirándola por todos lados.

-¡ya! deja de mirarme y escúchame, además tú fuiste quien me sacó del caso, sabias que estaba trabajando bien, y si cometí errores, no fue por el accidente- agacho la mirada para no verse débil.

- necesitabas descansar, ¿porque no puedes entenderlo? – Rodrigo se acercó a Paulina la tomo de los hombros y le dijo - te estabas arriesgando demasiado y ya no podías hacer mucho. Tú sabes lo importante que eres para mí, preferí dejarte ir, que seguir viendo como te hacías daño. Paulina nunca dude de tus capacidades, sé lo testaruda que eres y lo bien que trabajas, tenía que hacerlo.-

-está bien ha pasado mucho tiempo, olvidémoslo ya. He venido por otra cosa- Paulina desvió la mirada y se escabulló de entre los brazos de Rodrigo.

– Armando esta desaparecido, le he estado llamando y su móvil está apagado y un compañero suyo asegura que no se ha presentado en su estación desde hace dos días, es bastante extraño, tú lo conoces que te puedo decir-
Rodrigo la observaba atento, con la mirada clavada en sus ojos miel, había pasado tanto tiempo y seguía sintiendo lo mismo.

– pues empezaré con las investigaciones de rutina, aunque sabes lo que se hace en estos casos, esperemos a mañana, por lo pronto tengo una propuesta que hacerte – Paulina alzo la ceja y camino hacia el escritorio de su ex jefe. – De que se trata Martínez, yo me he retirado y no quiero más problemas.-

- Creí que seguías siendo aquella mujer que le gustaban las emociones fuertes, ¿te has hecho débil?- dijo Rodrigo en tono burlesco. – te repito que tú me alejaste de esto, y ahora, ¿me estas retando? No Martínez las cosas no son tan fáciles, ya no estoy a tu disposición, en eso si he cambiado, te respeto aún, pero ya no te admiro como cuando empecé - se acerco Paulina hasta el rostro de Rodrigo tratando de intimidarlo recargada en su escritorio, Rodrigo se levanto de su silla giratoria hasta el nivel de sus labios.

- Pues yo te sigo admirando, y sigo viendo en ti aquella muchacha testaruda y de verdad Paulina te quiero de regreso – casi a punto de rosar sus labios alguien abrió la puerta regresando bruscamente a Rodrigo a su silla.

- ¡¡Jefe!! Tiene que ver esto, fue encontrado en la presa al centro de la ciudad, al parecer tiene una semana perdido-

Los dos quedaron asombrados al ver las fotografías que el agente arrojó sobre
el escritorio. Rodrigo y Paulina se encontraron con las miradas. Una nueva víctima había aparecido, mismos indicios, todo apuntaba a que el homofóbico seguía haciendo de las suyas después de 13 muertes con el mismo patrón. Todos homosexuales, antes torturados y apuñalados hasta morir desangrados, todos travestis algunos se prostituían, otros solo se vestían por el gustó que querer ser mujer, todos estaban entre 19 y 29 años.